Viejos demonios by Barry Eisler

Viejos demonios by Barry Eisler

autor:Barry Eisler [Eisler, Barry]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2019-09-24T00:00:00+00:00


CAPÍTULO 21

Bomba y Culebra estaban sentados al borde mismo del acantilado de Punta Ratkay y se pasaban una botella mientras escuchaban las olas romper en las rocas que se extendían a sus pies y contemplaban la luz de la luna que cabrilleaba en un Pacífico oscuro e infinito. La botella era de Culebra y Bomba sabía que no debía, porque había llegado en coche, y en plena campaña y con todo lo demás que tenía entre manos no podía permitirse dar positivo en un control de alcoholemia, pero, joder, sentaba tan bien relajarse así, como en los viejos tiempos, cuando todo les sonreía y no había que soportar aquella dichosa presión ni ningún otro problema…

Culebra volvió a dar un trago al whisky y soltó luego un largo suspiro.

—Tú sabrás —dijo tendiéndole de nuevo la botella a Bomba—, pero, en mi opinión, todo va según lo previsto. Vas ganando. ¿Para qué vas a querer parar antes de llegar a la meta?

«Para poder dejarlo yendo el primero», pensó él. Sin embargo, dudaba que su amigo alcanzase jamás a entender algo así.

Bomba bebió de la botella. ¿Cuántos tragos llevaba? ¿Cuatro? ¿Cinco? Había perdido la cuenta, pero, joder, llevaban ya allí… ¿quince minutos? Desde luego, tenía que dejarlo, pero se estaba demasiado bien allí. La brisa del océano en la cara, la luz de la luna y ese… velo que estaba poniendo el whisky en los contornos de su visión y su oído, nivelándolo todo y situándolo en perspectiva, eran lo que necesitaba en ese momento. Ojalá estuviesen de permiso en algún lugar y no tuviera que preocuparse por conducir o por que lo parasen, para poder seguir bebiendo y charlando de gilipolleces hasta que todo se esfumara y no tuviese que recordar nada.

—Oye —dijo devolviendo la botella antes de poder dar otro trago—, lo que hiciste con Noreen… Joder, hermano, eso fue épico. Y lo de Hope también. Pero esa periodista me dio un buen susto, ¿sabes?, cuando me preguntó si tenía algo que decir sobre aquella «coincidencia».

—Joder, pues no sé dónde ve la coincidencia.

—Venga ya, hombre. Dos compañeras mías de instituto, con una semana de diferencia… Una me acusa de violación y desaparece y a la otra la violan y la matan.

—Pero sabíamos que eso iba a pasar. Tú puedes demostrar que has estado haciendo campaña en California todo este tiempo.

—Sí, pero eso no va a impedir que la gente haga conjeturas.

—¿Y cómo sabe la periodista a qué instituto fue Hope?

—Eso no me lo dijo, pero sé que los de mi clase tienen un grupo cerrado en Facebook. Yo no estoy, porque ¿quién coño tiene tiempo para esas cosas?, pero algunos compañeros de entonces se pusieron en contacto conmigo cuando Noreen fue a la prensa, para decirme que se acordaban de ella, que estaba loca perdida, que tenía que ser fuerte y todo eso. Conque imagino que, cuando te encargaste de Hope, debió de oír la noticia alguien que seguía teniendo trato con ella y contárselo a otros. Acto seguido, toda la



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